martes, 4 de diciembre de 2018

"Defender a Jacob", ¿Cómo afecta la vida familiar?

Defender a Jacob

Lo que ocurre cuando los niños son tratados como adultos.

William Landay, 2012



Resumen

Cuando descubren el cadáver de un adolescente en un bosque con tres puñaladas en el pecho, la idílica comunidad de Newton entra en shock. El ayudante del fiscal del distrito, Andy Barber, se hace cargo del caso hasta que su hijo Jacob, compañero de clase del chico, es acusado del crimen. Andy no sólo perderá su trabajo, sino que verá cómo todo su mundo se desmorona. Con algún recelo, agobiado por un secreto del pasado y convencido de que su hijo ha sido injustamente acusado, buceará en Facebook, interrogará a escolares, se enfrentará a su esposa y hará lo imposible para hallar un culpable que devuelva la inocencia a Jacob y devuelva la paz a sus vidas. Una novela que cuestiona los límites del sistema judicial estadounidense en el que los niños son tratados como adultos y que es también una soberbia lectura que plantea la escalofriante pregunta de hasta qué punto los progenitores conocen realmente a sus hijos. 




Proceso Judicial


Introducción

Una historia en la que, a lo mejor, las pruebas no están mal interpretadas y en la que la inocencia de Jacob no esté tan clara como al principio parece.

La historia gira en torno a la figura del padre de Jacob, Andy, y es ahí cuando se plantea un giro argumental verdaderamente interesante, todos los esfuerzos del señor Barber se centrarán no en demostrar la inocencia de su hijo -eso sería lo habitual en un libro del género- sino en conseguir como sea un veredicto de no culpabilidad para Jacob, y no porque quiera tanto a su hijo que no quiere que acabe en la cárcel aunque sea culpable, sino porque está tan convencido de que su hijo no ha podido cometer el asesinato que si las pruebas indican lo contrario es porque las pruebas se equivocan (en el sistema jurídico estadounidense existen tres veredictos: inocente cuando las pruebas demuestran que el acusado no ha cometido el delito del que se le acusa, culpable cuando las pruebas demuestran que el acusado sí ha cometido el delito del que se le acusa, y no culpable cuando las pruebas no pueden demostrar que el acusado haya cometido el delito del que se le acusa; en la práctica se dan muy pocos veredictos de inocencia).

Para conseguirlo Andy empleará todos sus conocimientos sobre el funcionamiento de los tribunales, aspecto de la vida de la que no es desconocedor ya que ha sido durante muchos años ayudante del fiscal del distrito y se conoce como la palma de su mano todos los claroscuros de la ley estadounidense. 

«Defender a Jacob» comienza como un thriller judicial pero en realidad esconde una novela psicológica con toques de novela negra. Esta obra plantea varias de las preguntas que ningún padre quiere hacerse y mucho menos tener que contestar ¿hasta qué punto conocemos a nuestros hijos? y ¿cómo estamos seguros de que nuestros hijos son buenas personas?

Desarrollo


El libro plantea un caso que no puede dejar indiferente a nadie, la posibilidad de que un niño de catorce años haya cometido un homicidio. No es extraño  que esta novela  haya tenido tanto éxito en EEUU, donde se cuestiona el hecho de que los niños sean juzgados como adultos en un proceso judicial.

Es la historia de una familia norteamericana normal y corriente, formada por los padres, Andy y  Laurie Barber, y su hijo Jacob, que tendrá que afrontar la terrible experiencia de  ver al hijo sometido a juicio por asesinato. Pero esta historia tiene mucho más. Profundiza en la personalidad de los protagonistas, habla sobre la verdad y la justicia, sobre lo difícil que es educar a los hijos, lo complicado que resulta conocer realmente a otra persona, incluso a las más cercanas. Porque en esta novela los personajes se sorprenden unos a otros continuamente, se guardan secretos y se mienten.

Es curiosa también la referencia hace hacia el llamado “gen asesino”, término que indica una predisposición a la violencia como rasgo hereditario.

Es un libro que provoca polémica por el caso tan difícil que plantea. Cuando los niños cometen crímenes violentos se genera una auténtica alarma social, y se buscan explicaciones racionales a un hecho que nos parece tan antinatural, tirando por tierra las ideas que podamos tener sobre la inocencia de la infancia.

La pregunta que planea a lo largo de toda la novela  es si los padres conocen realmente a sus hijos.  El autor quiere expresar esa sensación que tienen  los padres de hijos adolescentes de que quedan excluidos de su círculo privado, con lo que no saben lo que sus hijos pueden ser capaces de hacer. De hecho, el  protagonista, Jacob, parece un adolescente típico, pero al mismo tiempo sus padres desconocen lo que sucede en su interior. A partir de aquí, otra cuestión que  se plantea es la responsabilidad paterna ante los actos de los hijos menores, así como hasta dónde pueden llegar para protegerlos.

En “Defender a Jacob” el autor, a través de la voz de Andrew Barber, no cuestiona en ningún momento el sistema judicial norteamericano; sabe cómo funciona, cuáles son sus limitaciones y se ciñe a demostrar la no culpabilidad de su hijo con las herramientas que ha utilizado durante su carrera como primer ayudante del fiscal.

Uno de los rasgos más interesantes es el lenguaje que utiliza. Llano y directo, sin florituras ni rodeos y con escasa terminología legal, introduce eficazmente al lector en la trama. Así, mientras uno se sumerge en sus páginas es capaz de sentir la desesperación de la madre de Jacob cuando su hijo es condenado o puede participar en la tensión que existe entre Andrew Barber y su padre.

En el libro se pueden apreciar dos partes muy bien definidas. En la primera se exponen los hechos: conocemos la perfecta vida de los Barber y cómo se va derrumbando según pasan los días que llevan a la fecha del juicio que determinará si Jacob es inocente o culpable. Vemos el descenso a los infiernos de Laurie Barber, a Andrew Barber agarrarse a su inquebrantable fe en su hijo y su lucha para que todo aquello que tanto le ha costado levantar no se destruya. También observamos con curiosidad a Jacob, que tiene ese algo que no sabemos qué es pero que no nos gusta, aunque no queremos decir nada por si acaso. Quizás sólo sea un adolescente algo excéntrico y solitario. O no.

En la segunda parte de la historia tiene lugar el juicio y lo que sucede tras él. Es la parte de la montaña rusa en la que sabemos que lo peor ya ha pasado.


En esta obra se plantean cuestiones tan importantes como la existencia del libre albedrío, si el determinismo genético se puede utilizar como atenuante o agravante en un caso de homicidio, qué parte de culpa pueden, y deben, asumir los padres en los actos de los hijos, la importancia de los juicios mediático y social que, inevitablemente, acompañan a los procesos judiciales y cómo afectan los sentimientos a la hora de juzgar los actos de los seres queridos.

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